18 diciembre 2013

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Volver a la vida, eso es evaluar.

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Esta de moda, en temas educativos, hablar sobre el constructivismo, el aprender-haciendo, el método de proyectos, el reforzamiento positivo… etc. Todas ellas, modernas pedagogías, enfocadas en la centralidad en el alumno como sujeto activo y protagonista de su propio aprendizaje. Pero, aunque esto se predique en muchos centros educativos y en muchos otros además se practique, la pregunta fundamental sigue en pie: ¿Por qué este tipo metodologías no terminan de cuajar ni en alumnado ni en el profesorado?

Mi humilde respuesta a esta cuestión es que: Mientras no se modifique la “piedra angular” del proceso educativo, ningún intento de reforma obtendrá un resultado satisfactorio. Explícome mejor en la siguientes líneas.

1. Los Antecedentes

“Todo acto educativo es intencionado, por lo tanto no existe la educación neutra”, solía decirnos un querido profesor en la Universidad. Es decir, TODO lo que se desarrolla en el acto didáctico posee unos fines que desembocan en un determinado modelo de ser humano y de sociedad que fueron previamente concebidos en la mente del especialista. Y esto es verdad, no solo para los niveles macro educativos de un sistema nacional o regional, sino también para los niveles más básicos de la educación, como puede ser la elección de los objetivos, la metodología y la evaluación que hace una maestra de pre-escolar antes de iniciar el año escolar.

A ese último elemento - la evaluación- es al que me he referido antes como “piedra angular” del proceso educativo. Y la denomino de esta forma porque la experiencia nos ha mostrado que todos los esfuerzos del profesor y del alumnado a lo largo de un curso pueden darse por satisfechos cuando se da la evaluación, sobre todo si esta se entiende exclusivamente – y erróneamente - como examen. Pareciera, entonces, que el docente educa para examinar y el alumno estudia para aprobar ese examen. Incluso, muchos de nuestros estudiantes creen que si no hay examen en tal asignatura, ésta no vale la pena. Para algunos otros, la complejidad del examen determina el grado de valor que se le dará a esa materia. Y para muchos, el examen es la manera en la que el docente puede cobrarse el que no se le haya prestado atención durante un ciclo de clases. De esta forma se ha convertido la evaluación en un “arma represiva”.

Con todo esto, lo quiero enfatizar es que indistintamente de que la metodología utilizada en todo el desarrollo de un curso haya sido la más actual, o la más creativa o la mejor elaborada… la evaluación (examen) termina siendo la misma: un alumno sentado frente a una página con una serie de preguntas o problemas estandarizados a los que tiene que dar la respuesta “correcta”.

Dada la realidad así, me pregunto entonces: ¿Si todo lo realizado en al acto didáctico es un proceso ordenado y coherente, entonces, porqué después de haber realizado actividades que desarrollan y potencian la creatividad, el pensamiento crítico, y la autonomía del alumno, se termina con un examen que es totalmente contrario –e incoherente- a lo que se ha realizado previamente?

Esto, sin pretenderlo, genera en nuestros alumnos un desequilibrio congnitivo, que al final se justifica con el: siempre ha sido así. También sin pretenderlo (porque lo que pasa en al escuela es una replica de lo que pasa en la sociedad) se sigue marcando en los jóvenes estudiantes la idea que la sociedad califica, que la sociedad etiqueta, que la sociedad dicta indicaciones que deben ser obedecidas, que la sociedad necesita autómatas que se rijan con lo ya establecido. Mientras los gobiernos hacen dictaduras, en las escuelas se hacen dictados, podríamos parodiar.

La verdadera evaluación dista mucho de este tipo de concepciones. La evaluación debe entenderse como el momento de madurez en el que se le devuelve la palabra al estudiante; donde él, mediante un proceso de verificación sobre lo qué ha conseguido, cómo lo ha conseguido, y para qué lo ha querido conseguir, toma decisiones serias y comprometidas que repercutirán en su vida. 
Con esta última afirmación estamos cerrando, de forma coherente, la elección de un método educativo experiencial, inductivo y participativo:

a. La realidad es presentada tal como la ve el profesor,

b. Luego es sometida a la reflexión crítico-comunitaria, procurando que el estudiante extraiga de ella    (la realidad) los elementos más significativos para él,

c. Finalmente, el estudiante es devuelto a esa realidad para que, desde nuevas perspectivas, pueda recrearla.

De esta forma la evaluación no es más que volver a la vida. 

Queriendo ser fiel a estos argumento, este año he querido cerrar un curso de Biblia implementando una nueva manera de realizar la evaluación final. En lugar de someter a los estudiantes al tradicional examen, y siguiendo las ideas de una actividad diseñada por el Pe. Jorge Boram, les propuse a los chicos y chicas terminar el curso realizando un juego de roles, cuyo proceso describo a continuación.

2. El Juego Previo (dos semanas antes)- Da clic para ver las fotos de la actividad


1. Los estudiantes son distribuidos en grupos de por lo menos 12 miembros cada uno.

2. Cada grupo de 12 es divido en subgrupos, a los que se asignará un nombre que les identifique:

  • 2 banqueros: son lo que verifican que las reglas dadas se cumplan y manejan el dinero utilizado en el juego.
  • 4 egipcios: son el grupo de los privilegiados. Tienen todas la mayoría de reglas a su favor, las posibilidades de ganar más dinero y propiedades, y además tienen el poder de cambiar las reglas del juego a su antojo.
  • 6 hebreos: son el grupo de desfavorecidos. Deben sobrevivir con la reglas establecidas que no les benefician, y por si fuera poco dichas reglas provocan que se aprovechen de otros hebreos.

3. Cada grupo de 12, tiene como responsabilidad elaborar en el tiempo establecido un tablero de juego (parecido al monopoly) y sus insumos (dos dados, fichas, cartas, etc.) siguiendo las indicaciones previamente presentadas.

4. A cada grupo de 12 se le entregan un hoja con las reglas del juego. Reglas que favorecen al subgrupo denominado egipcios, como se ha dicho antes.

5. Se les pide a los alumnos que para el día de la evaluación (que consiste en ser responsable con todo lo que se ha solicitado y jugar) deben de ir caracterizados según el grupo al que pertenecen.

Durante el juego

1. Los estudiantes, caracterizados, comienzan a jugar… mientras avanzan van dándose cuenta cómo el juego no es equilibrado ni mucho menos justo, que hay un sector favorecido y otro desprotegido, y que las reglas en sí son absurdas.

2. Aún así siguen jugando, los favorecidos egipcios se sienten felices al tener tantas oportunidades, y no conformes con eso se aprovechan de su poder de modificar la reglas adjudicándose muchos más beneficios.

3. Los hebreos, por su parte, comienzan a notar que se le es imposible ganar y que a lo mucho pueden aspirar a “tumbar” a un compañero hebreo.

4. Aunque los chicos y chicas están jugando (y se están divirtiendo) no dejan de aparecer sentimientos de molestia frente a la injusticia y comportamientos muy parecidos a lo que pasa en el mundo real a causa de la mala distribución de los bienes.

5. Se juega más o menos una hora… se termina no importando si existe un ganador final. Seguro que los egipcios estaban ganando.

Después de jugar

a. Una vez dado por concluido el juego, viene el tiempo de las preguntas (no olvidemos que es una evaluación… deben haber preguntas, eso no cambia, lo que cambia es la tipo de preguntas y su intención):

a. Cuéntennos ¿cómo fue el proceso de crear su tablero de juego? ¿Todo el grupo se involucró? ¿Hubo contratiempos…?

b. Durante el juego ¿Qué les pareció el juego en sí? ¿Cómo se siente ser egipcio o hebreo? ¿Qué regla te pareció más injusta o ridícula? ¿Por qué?

c. Y dándoles un tiempo para que discutan un poco la última pregunta: ¿Qué solución podríamos diseñar para que todos tuvieran dentro del juego las mismas oportunidades y la posibilidad de hacerlo más justo? ¿En qué se parece eso a la vida real?

¿Cómo se califica esto?

Seguro que más de alguno se preguntará ¿Y cómo le coloco una nota a esto? Claro, la nota, no hay que olvidar que el sistema coloca notas… esto deberíamos irlo cambiando, pero mientras no lo logremos del todo hay que encontrar métodos creativos. Yo lo hice así:

a. Se establecen criterios de evaluación: responsabilidad en el cumplimiento de las asignaciones, creatividad en la elaboración de sus tableros, involucramiento de todos los miembros, respuestas elaboradas, pensadas y críticas… eso que es observable puede tener un porcentaje.

b. Y otro porcentaje lo puede llevar una autoevaluación, que puede ser escrita mientras se justifica su actuar en la actividad con preguntas como: ¿Cómo valoro mi participación en el antes, durante y después del juego? ¿Qué puedo aprender de esto y cómo lo aplico a mi vida?

Cada docente, y según la disciplina, puede decidir los criterios de evaluación más acordes a la actividad planteada. Lo importante es que se siga el horizonte marcado: la evaluación no debe calificar, sino verificar (vero- facere: hacer verdad) lo aprendido para repercuta en la vida.

3. A manera de conexión 

El Evangelio llama a Jesús Maestro (rabbí o rabboní, Mc 1,22; 9,5;10,51; 12,14. Jn 3,2; 13,13. El término didáskalos aparece 48 veces en los evangelios, aplicado con referencia a Jesús). Agrega además que no era cualquier tipo de maestro, sino ese que habla con autoridad, no como los otros maestros de la ley (Mc 1,22). Esto nos indica que en Jesús había una forma distinta de educar, por ende de evaluar.

En un pasaje lucano (10,25ss), se nos cuenta que un Maestro de la Ley le lanza una pregunta a Jesús: “Quién es mi prójimo”. Si Jesús hubiese sido un griego, hubiese respondido haciendo uso de los conceptos. Y el evangelio diría: “Y Jesús le dijo: el prójimo es:…” aconteciendo eso mismo que pasa en las aulas de clases cuando comenzamos con un tema nuevo: “la geografía es:…, la política es:…, las matemáticas son:… etc. etc. etc.” Pero el modo de compresión de la realidad semita es distinto. No pueden encasillar lo real en una definición. El concepto no es categoría de verdad. El judío comienza por algo que es anterior a toda definición: La vida. Y Jesús como buen hijo de su cultura contestó: “Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó…” Comenzó a contar un cuento. Porque los cuentos nos hablan de lo que pasa en la vida. Al terminarlo sometió a su interlocutor a la pregunta, a la evaluación. Pero ojo, no la pregunta memorística o repetidora de conceptos pre-consumidos, así como: “Entonces, ¿Qué es el prójimo? O ¿A qué ente, según la narración, podemos atribuirle desde sus funcionalidades empíricas la categoría de prójimo?

NO. Jesús preguntó: “¿Quién se hizo prójimo de ese que asaltaron y dejaron tirado a la vera del camino?” El maestro de la Ley contestó: “el que tuvo compasión de él”. Acto seguido dijo Jesús: “Ve y has tú lo mismo.”

Es que la evaluación no es más que una manera de decirle al alumno que lo aprendido debe enseñarle a vivir mejor. Es devolver el estudiante a la vida y devolverle la vida al estudiante: las ganas de vivir. No abstraerlo de la realidad, haciendo especulaciones de supuestos. Sino hacérsela más presente, más cercana, más propia. Que alumno comprenda que él es capaz de hacerse cargo de esa realidad y que por lo tanto la educación le enseña a vivir.

Es un círculo perfecto: “de la vida a la vida”. Esto es educar, esto es evaluar.

4. Concluyendo

Nuestros alumnos no son ingenuos, ni mucho menos ajenos al mundo en el que se desarrollan. Están mucho mejor adaptados de lo que parecen. Poseen en su ser intuiciones que son muy valiosas y creativas que pueden desembocar en soluciones inteligentes para los problemas sociales. Basta con que les ofrezcamos los espacios para expresarlas sin miedo a la crítica y a la censura. Esto, desde mi punto de vista es hacer evaluación.

¿Queremos que el modelo educativo cambie? Arquímedes decía: “Denme un punto de apoyo, y les moveré la tierra”. Nosotros podemos decir sin exagerar: “Denme una nueva forma de evaluar… y moveremos el sistema educativo.” Quiero terminar este escrito con esta afirmación que es categórica: Mientras sigamos evaluando como siempre, nuestros alumnos verán la educación como siempre: como algo que no entienden para qué sirve.


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19 agosto 2013

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Hoy la he visto..., la he visto y me ha mirado..., ¡hoy creo en Dios!

(Rima xvii Becker)

Cuando el Documento “Civilización del Amor, tarea y esperanza”[1] trata el tema del “análisis” de la realidad juvenil lo hace utilizando un lenguaje bastante iluminador para los educadores y formadores de jóvenes. Un lenguaje que lastimosamente ha quedado en el olvido al igual que el Documento mismo[2].

Rescatar ese lenguaje me mueve a escribir las siguientes líneas.

1. Otra forma hay de mirar.


En la sección segunda de la primera parte el Documento muy humildemente afirma:

Hoy día, ya no es posible hablar muy simplemente de “la juventud”, porque es casi imposible abarcar el amplísimo marco de realidad y las variadísimas situaciones en que viven los jóvenes, según sean sus raíces y orígenes étnicos, sus influencias culturales y las condiciones políticas, sociales y económicas en las que les toca vivir. Es necesario admitir que conocer y comprender el mundo juvenil no es tarea fácil.”[3]

Frente a esta primera imposibilidad de precisión sobre “qué debe entenderse por joven y juventud” continua diciendo:

“Muchas miradasse dirigen sobre ellos (los jóvenes). Aunque se trata de intentos parciales de acercamiento a su realidad, resultan útiles en la medida en que permiten hacer mayores delimitaciones y precisiones. En todo caso, se trata de miradas que no pretenden ser exhaustivas.”[4]

Con el término “miradas” los redactores del Documento parecen comprender a cabalidad sobre la “realidad-juvenil” aquello que Aristóteles mucho siglos antes había comprendido con respecto de los entes:

“Que la cosa primero se-muestra al observador (habla de sí misma), para luego poder ser de-mostrada a través del razonamiento lógico del observador.”

Con esto, “el Filósofo” quería indicar que nuestra concepción sobre las cosas no es el resultado de una mera fabulación del razonamiento; existe, por lo tanto, un momento intermedio  de silencio entre el mostrase y demostrar, en el cual la cosa observada afectando los sentidos de su observador se le hace presente -actual diría Aristóteles-,  para luego, en acto segundo,  con ayuda del silogismo, pueda ser explicada.

Nuestro Documento dirá lo mismo de forma más poética:

 Hay que educar la mirada para descubrir el don de Dios, experimentar su llamado a ser acogidos y amados y a encarnarse en el mundo de los jóvenes por la solidaridad humana y evangélica y por el contacto directo que permite ver, oír y emocionarse con sus vidas y con sus signos, con sus sensibilidades, con sus sentidos. Conocer la realidad de los jóvenes desde la perspectiva de Jesús exige establecer una relación de intimidad, dialogar e interactuar con ellos. Sólo así será posible” experimentar -“conocer”- sus necesidades reales y percibir sus verdaderos gozos y amarguras.”[5]

Por lo tanto, “Mirar” no significa ser mero espectador de un evento. Es ese momento de silencio respetuoso en el cual permito que la realidad “me afecte”, y solo desde esa afectación comprenderla mejor. Este es el lenguaje que quiero rescatar: El lenguaje del “Mirar.”

2. El cristiano del mañana será un místico, o no será. (Karl Rahner)


Para lograr semejante empresa - de educar la mirada o mirar mejor - es precisa la actitud del místico. Aquella que antes de realizar cualquier “acto movido desde y dirigido hacia el exterior”, queda “experimentándose a sí mismo y su unicidad con el mundo”, como afirma Fromm, “en la más elevada  de las actividades”: Contemplando.[6]

¿Qué es contemplar? Xavier Guix, columnista del periódico español El País, escribe un artículo donde nos lo aclara muy bien. Cito su texto resaltando elementos que son consonante con la reflexión que estamos realizando:

“El filósofo y místico Raimon Panikkar decía que todo lo que somos capaces de conocer no es el conocimiento último. No es suficiente con ver, e incluso con mirar concienzudamente para conocer. Hay una aprehensión de la realidad que pertenece solo al rango de la contemplación.Es la verdad intuida, revelada, descubierta a través de los ojos que miran hacia dentro.
Es un error limitar la contemplación a una forma superior de vida religiosa. La contemplación es una actitud que nos acerca a ser aquello que contemplamos. No es un proceso, una etapa. No tiene intención complementaria. Sencillamente sucede cuando dejamos de ser, cuando abandonamos las dimensiones espacio-tiempo para convertirnos en lo contemplado y descubrir así su esencialidad.
En nuestra escala evolutiva, la contemplación es el nivel que nos acerca a las realidades últimas, las más profundas y verdaderas. Las descubrimos en el silencio interior, en la cesación de todo intento de entender las cosas, a los demás y a nosotros mismos. Callamos para escuchar nuestra verdad interior. Tal vez por eso hay tanta gente que no calla nunca; por eso vivimos en sociedades tan ruidosas; por eso nuestra mente no para. El silencio asusta porque tememos encontrarnos interiormente. Pero eso solo puede suceder si hay juicio. En la contemplación, solo hay verdad.
… Al final necesitamos ese ejercicio contemplativo que nos lleve más allá de nuestras memorias. Ser capaces de intuir nuestras motivaciones profundas, también nuestras visiones erróneas. Lo que nos hace profundamente humanos es contemplar la certeza que se esconde detrás de lo que creemos ser. Para ello hace falta una conciencia evolucionada. De lo contrario, como antaño, sería suficiente con ver e ir pasando mientras no haya peligro. Querer vivir es mirar la vida cara a cara y, contemplándola, descubrirnos a nosotros mismos[7]”.

Desde esta perspectiva podemos comprender el  Mirar -momento de silencio frente a la realidad- como contemplación.
  

3. El grado sumo del saber es contemplar el porqué (Sócrates.)


“Para conocer la realidad hay que ir a la realidad misma”, decía Zubiri. Pero no para  “analizarla” fríamente como un científico que encierra sus descubrimientos en cálculos, teorías o sistemas…  sino para contemplarla, tal y como planteábamos en la sección anterior.

Los jóvenes –en tanto que realidad- no deben ser analizados(separar-en-partes), para luego hacer síntesis (unir-las-partes) como objetos de cualquier laboratorio. Deben ser “contemplados” como personas en búsqueda de una identidad en un mundo complejo que guiado por el materialismo, el consumismo, el hedonismo, la violencia… ha trastocado el sistema de valores que impide que las nuevas generaciones se vean a sí mismas con esperanza, sin importar el estrato social al que pertenezcan.

Al contemplar se permite que el otro se muestre. Se puede conocer a ese que se me muestra. Solo se puede amar al que se me ha dado a conocer, y el amor no hace juicos; acompaña, realiza signos de vida que se constituyen en posibilidades, en oportunidades  que superan los signos de muerte, de lo viejo, de la no-vida.[8]

Por el contrario, muchos de los proyectos educativos estatales no han hecho el ejercicio del contemplar, para conocer y amar…han servido únicamente para mantener –imponer–   el sistema  económico al que sirven. No  generan verdaderos proyectos que provoquen vida y vida en abundancia (Jn 10,10).

La escuela, muchas veces, ha limitado su acción  a la calificación, como sistema de control de calidad; a la asignación de una nota que estandariza, que etiqueta, que clasifica y excluye; que genera clases  y separa a  los más aventajados como los “buenos” y a los menos como “los que hay que desechar.” La escuela ya no es el lugar donde se gesta a los hombres y mujeres liberados y liberadores; críticos y utópicos; hombres  y mujeres con valores y en búsqueda constante de la verdad y luchadores por la justicia.

 4. Y mirándole… le amó.


Con todo lo expuesto quiero recalcar que el lenguaje del “mirar-contemplar” no es solo un juego de palabras que quiere caer en lo verborréico, o en la matización falsa de términos, o en el mero juego semántico. Ya he expresado supra cómo en la filosofía  aristotélica había  un interés primero en el dejar que el ente se mostrara así mismo frente su observador antes de que éste emitiera cualquier intento de definición. Sabiendo que la definición será inevitable, porque el ser humano necesita nombrar para aprehender; pero con la certeza de que ese nombre es limitado, y solo un modo humilde de acercamiento.

Esto que hemos encontrado en la filosofía, podemos encontrarlo con el mismo modo de proceder en expresiones de la teología latinoamericana. Cuando Gustavo Gutiérrez, en su libro “Teología de la liberación, perspectivas”,  plantea su definición de teología desde el contexto latinoamericano dice: “la teología es el acto segundo, la segunda palabra, ya que la palabra primera la tiene la praxis histórica de liberación de los pueblos.”[9]Es decir, que según Gutiérrez, toda aquella reflexión que quiera llamarse teología debe en primer lugar guardar primero silencio frente a la acción que los pobres hacen por liberarse de la explotación. Devolverles la palabra, permitirles ser eso que precisamente les han arrebatado: su ser.

Pero yendo más allá en el dato de fe, podemos encontrar el lenguaje del “Mirar” en un texto del evangelio de Marcos 10.17-22

“Cuando se puso en camino, llegó uno corriendo, se arrodilló ante él y le preguntó: -Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar vida eterna?”
Jesús le respondió: - ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sólo Dios.”
Conoces los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no perjurarás, no defraudarás, honra a tu padre y a tu madre.
Él le contestó: “Maestro, todo eso lo he cumplido desde mi juventud.”
Jesús fijando en él su mirada le amó y le dijo: - Una cosa te falta: anda, vende cuanto tienes y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; después sígueme. A estas palabras, frunció el seño y se marchó triste; pues era muy rico.”    

 El ritmo del relato  aunque escueto y soso marca una línea clara y contundente:

Alguien llega frente a Jesús y le aborda exponiéndole su vida, aunque con ciertas reservas, con las máscaras muy humanas del orgullo: “Maestro bueno ¿Qué debo hacer para ir al cielo?” sería las frase más clara para nosotros. “¿Qué debo hacer para no esforzarme tanto, para que dando lo mínimo pueda vivir más o menos, para no tener tanta responsabilidad y al final terminar bien?”  Serían las palabras más exactas de muchos de nuestros jóvenes.

 “¿Porqué me llamas bueno? Solo Dios es bueno. Y si cumples las normas te irá bien” Responde Jesús como no queriendo parecer más listo que su interlocutor,   y contestándole eso que este hombre se ha repetido a  sí mismo toda su vida: “que al cumplir cierto código legal él es tan bueno como Dios. Y con eso basta, por lo menos así lo ha creído.”

Pero esa respuesta no le satisface, quiere escuchar algo más, algo que por fin le dé a su vida el sentido que tanto ha buscado.

Es entonces cuando este hombre se muestra tal cual es, sin máscaras ni reservas… pero antes de que Jesús dijese nada, el texto aclara: “mirándole le amó”.

Encontramos el esquema que hemos venido rastreando:  mirar - amar.

Antes de cualquier juicio de valor sobre lo creemos que pasa en la cabeza y el corazón de nuestros jóvenes hay que “mirarlos”, esto no significa mera observación científica, auscultar o investigar… sino contemplar para “en-tender”, para conocer y conocer para amar. Y cuando se ama, no se hacen juicios acusativos, o descripciones limitadas y dogmáticas… cuando se ama se actúa buscando el bien mayor para el ser amado. Se trazan caminos de acompañamiento y se proponen directrices por donde caminar mejor.

Frente a las propuestas que nacen de la contemplación solo quedan dos opciones:
  • Iniciar ese camino, o
  • Como el hombre del pasaje: fruncir el seño, yéndose triste, porque no hay espacio para liberarse. 




[1]Documento del CELAM No. 161. Bogotá 2001
[2] Al momento de escribir estas líneas todavía no era público el nuevo documento nacido en la última reunión latinoamericana de PJ.
[3] Documento del CELAM No. 161. Bogotá 2001, pág 28
[4]ibídem
[5] Ibid pág 15
[6]Fromm, E, “ El arte de amar” Padios,1959, pág 17-18
[7] http://elpais.com/diario/2011/12/11/eps/1323588413_850215.html
[8] cfr. Ibid pág 16
[9] Cfr. Gutiérrez G., Teología de la Liberación. Perspectivas, Salamanca 1972
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15 agosto 2013

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Una asignatura pendiente: Humanizar.

Estoy estudiando un Diplomado sobre "Gestión y Creación de Ambientes Virtuales de Aprendizaje. Estamos analizando "Los Aspectos Negativos y Positivos del e-learning". Quiero compartir mi último trabajo, sabiendo que en mis reflexiones se me es imposible dejar de lado que soy: humano, cristiano y teólogo.

           
La sociedad quizás no había sufrido tantos cambios y tan vertiginosos como los acontecidos desde finales del siglos XIX hasta la fecha. Las revoluciones francesa e industrial no tenían idea que estaban gestando verdaderamente un “nuevo orden mundial.” El posterior descubrimiento y desarrollo de las tecnologías de la Comunicación y la Información han contribuido sobremanera a ello. Estas TIC´s han revolucionado la manera de comprensión y relación de todos lo aspectos sociales. La educación no ha escapado a esta revolución.

            La forma tradicional de comprensión de la educación: donde el acto didáctico se desarrolla en un espacio físico concreto (aula), con actores concretos (Docente-alumnos) y con mediaciones concretas (pizarras, cuadernos…) está paulatinamente mudando hacia lo que hoy los expertos han denominado con el anglicismo: e-learning.

            El e-learning es definido como: el aprendizajecompletamente virtualizado a través de los nuevos canales electrónicos (las nuevas redes de comunicación, en especial Internet), utilizando para ello herramientas o aplicaciones de hipertexto como soporte de los procesos de enseñanza-aprendizaje.[1]

            En los últimos años esta modalidad educativa ha tomado mucho auge, y su utilización, sobre todo, en la Educación superior y en la capacitación empresarial va en aumento según afirma el Primer Barómetro de E-learning en Europa: “una cantidad cada vez mayor de empleados realizará cursos en e-Learning a partir de 2012... Y no solo hablamos de la empresa privada: universidades, Administración Pública, organizaciones y profesionales a nivel particular confían cada vez más en este tipo de formación[2].

            Pero, frente a este nuevo enfoque pedagógico surgen interrogantes, defensores y detractores… plasmo a continuación una serie de ventajas y desventajas[3]que pueden leerse circulando en la red, dejo para el final de estas líneas un reflexión personal:

Ventajas:
       Socialización de la información que se está estudiando
       Evidencia de los aportes, trabajos y/o evaluaciones  
       Herramientas pedagógicas y académicas que facilitan los procesos de aprendizaje
       Menor inversión
       Flexibilidad de horario
       Rompe la barrera de la distancia
       Mayor flexibilidad
       Reducción de los tiempos de aprendizaje.
       Aumento de la retención.
       Compatibilidad de actividades.
       Comodidad.
       Posibilidad de actualización inmediata de los contenidos de los cursos.
       Formación personalizada.
       Seguimiento exhaustivo del proceso de formación.    
       Seguimiento continuo
      Ubicuidad
 
Desventajas:
     ▪       La planificación y desarrollo  requiere más inversión de trabajo

     ▪       Se necesita un equipo técnico de producción y de gestión.

     ▪       Se requiere más esfuerzo a nivel técnico por parte del profesorado

      ▪       El tiempo de dedicación al alumnado es más elevado.

     ▪       Es necesario que los y las estudiantes sean muy metódicos y organizados.

    ▪       Pueden aparecer sentimientos de soledad, impersonalidad, aislamiento, etc.

    ▪       La continua interacción con el ordenador puede causar ansiedad en el alumnado.

    ▪       Depende de la conexión a Internet y de la existencia de un ordenador.

     ▪       Es necesario tener una formación básica en la utilización de la TIC´s

     ▪       No discrecionalidad frente a la información.

     ▪       La poca accesibilidad para las personas que viven en países pobres.

      ▪       Rechazo de culturas tradicionalistas.

    ▪       ¿Los encargados de contratar a los futuros profesionales evaluarán de igual manera a los egresados a través de métodos tradicionales de estudio, que a los graduados por medio de E-learning?

            Todo lo nuevo trae consigo esperanzas y temores y el e-learning no escapa a esto.    

Después de leer el abanico de ventajas y desventajas, la pregunta que, en modo personal queda, es: ¿El nuevo modelo pedagógico del E-learning podrá dar ayudar a solucionar la asignatura pendiente de la educación: Humanizar. O se quedará solamente en brindar servicios y reducir costos para las grandes empresas? 

He comenzado este escrito hablando de las revoluciones europeas de los siglos XVIII y XIX no por casualidad. Sino para subrayar cómo ellas contribuyeron a crear esta sociedad de clases, exclusiva (para algunos) y excluyente. El e-learning es en sí misma una nueva revolución: la revolución del siglo XXI: la Revolución de los Medios de Información y Comunicación.  ¿Podrá este nueva revolución acercarnos al proyecto de humanización del hombre o continuará  la líneas de sus antecesoras?

Esta es para mí, la principal ventaja y desventaja que debe ser analizada.

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Tutoriales Photoshop

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